Derribar un edificio usualmente requiere de fuerza bruta: bolas de demolición, grandes excavadoras, o explosivos, son los responsables de romper las murallas, mientras que mangueras contra incendios rocían agua para mantener abajo las nubes de polvo. Es un proceso de energía intenso y luego de que todo está destrozado, el concreto con frecuencia termina en un vertedero o tiene que ser transportado a alguna instalación de reciclaje – si a esto se suma que el concreto es el material más producido en el mundo, ya podemos imaginar cuánto desecho significa este material–.
Por suerte, el robot ERO tiene un apetito saludable. Se trata de un nuevo robot borra-concreto que puede, eventualmente, transformar el negocio de la demolición. El robot ‘ERO’ (abreviación para “erosión”) usa agua para desarmar el concreto y luego succiona todos sus componentes por separado —cemento, arena y agregados— guardándolos pulcramente en diferentes empaques para su reutilización. “Chorros de agua de alta presión atacan las micro grietas en la superficie del concreto, haciendo que se desarme”, explica Omer Haciomeroglu, un estudiante del Instituto de Diseño Umeå (Umeå Institute of Design) en Suecia, quien diseñó el robot el año pasado. “Esto deja las barras de refuerzo de metal, que están dentro, limpias y listas para reutilizarse”.
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Ya que todos los materiales pueden ser separados en el lugar, el proceso evita los costos y la contaminación de transportar trozos pesados de concreto y metal a plantas de reciclaje. Haciomeroglu prevé un nuevo modelo de negocio: Cuando un edificio es derribado, el equipo de demolición podría armar una estación cercana para transformar los materiales en nuevos bloques de construcción prefabricados y luego esos podrían ser vendidos directamente a alguien construyendo un nuevo edificio en el vecindario. “Puedes usarlos de nuevo dentro de la ciudad, sin necesidad de mandarlos muy lejos para ser destruidos, separados, y todo ese lío”, señala.
La máquina funciona con electricidad y de hecho, recolecta algo de su propia energía: mientras la aspiradora succiona concreto por un tubo, el aire que se mueve genera electricidad que el sistema puede reutilizar. El diseño es un concepto por ahora, aunque Haciomeroglu planea construirlo y ya está en conversación con los fabricantes. Una vez que se asocie con una compañía, el siguiente paso será construir y probar un prototipo, el cual podría tomar dos a tres años.
Uno de los mayores mercados para el ERO puede ser China, donde los edificios están siendo arrasados a una tasa sin precedentes para hacer lugar a nuevas construcciones y sólo el 5% de los residuos de estos edificios están siendo utilizados nuevamente. “En Asia hay mucho potencial”, dice Haciomeroglu. “Pero esto puede ser usado en cualquier lugar. Incluso en Europa, se están demoliendo bastantes edificios de concreto y no saben cómo reciclar, por lo que están desperdiciando dicho material valioso. El ERO es una manera más inteligente de hacerlo. Quería diseñar un producto que fuera un modelo a seguir y que le mostrara a las industrias cómo acercarse a la demolición en una manera diferente y provocativa”, finaliza.
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