- Escuchar un álbum musical completo. Es inútil ya. Ahora podemos bajar nuestras canciones favoritas en donde sea.
- Los nervios adolescentes de la primera compra de pornografía. La experiencia invaluable de ir al puesto de periódicos por la primera Playboy o por El libro vaquero, es cosa del pasado. Este punto aplica también en la compra de películas.
- Los directorios telefónicos. ¿Hace cuánto tiempo hicieron su última búsqueda en los directorios telefónicos gigantes que reparten a domicilio?
- Las tiendas de música. Parece increíble pero es cierto. Cada vez disfrutamos menos del placer de ir a una tienda de discos ‘a ver qué compramos’. Ahora sólo basta con buscar en las novedades de los torrentes.
- Enviar cartas escritas a mano por correo convencional. Alguien lo hacia ?
- Nuestra memoria. ¿Para qué nos aprendemos las cosas si se pueden guglear?
- El tiempo muerto… que usábamos para ver el techo o mirar el mundo por la ventana.
- Los álbumes de fotos. Yo tenía . Luego comencé a guardar mis fotos en cajas. Ahora las guardo en iPhoto, Facebook y Flickr.
- Leer telegramas. Ahora, para mandar mensajes cortos mejor usamos Twitter. ujuu _!
- Respeto por los médicos. Los internautas-pacientes se le ponen al pedo a los galenos. Si usted es médico, tenga cuidado: su diagnóstico será cotejado con la información de los sitios de salud y medicina de la red.
- Privacidad. Amamos generar información sobre nosotros mismos en las redes sociales.
- Concentración. Entre Twitter, Facebook, Gtalk, los blogs y las noticias del día resulta sorprendente que logremos terminar nuestro trabajo.
- El solitario. ¿Quién se acuerda del jueguito de cartas con el que perdíamos el tiempo mientras hacíamos nuestra tarea?
- Las tarjetas de prostitutas. Ya nadie se molesta en imprimirlas. Es más fácil y barato hacer publicidad en la red.
- La hora de la comida. Muchos colegas prefieren comer frente a su computadora que echarse la comida frente al monitor.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
Lo que Internet se llevó
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