Hay que reconocerlo, los niños de hoy se dedican a arrancar cabezas de policías con un hacha, en un videojuego tan realista que la sangre saliendo a borbotones de la yugular del pobre funcionario parece que va a atravesar el televisor y arruinar el tapete de ganchillo que hizo la abuela. Mientras, sus desesperados padres, en un intento por conservar lo que antaño fue una mente inocente e impresionable, le compran decenas de vídeos con cuentos clásicos que marcaron su propia infancia. No va a funcionar.
Puede que los valores que enseñan esos cuentos clásicos sean los mejores para que alguien crezca mentalmente estable, pero un niño acostumbrado a destripar inocentes peatones con una katana no va a sentarse a ver como una histérica se come una manzana envenenada. Si de verdad queremos que aprendan esos valores de toda la vida (como que si son buenas chicas vendrá un ejecutivo azul en su BMW blanco a salvarlas de la pobreza) hay que darles sangre a cambio: Anatomía de un cuento de hadas, una obra de Julia Murakami en la que le da un toque de realismo a las historias de su infancia.
Ella no lo sabe, pero le ha dado una gran idea a millones de padres en apuros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario